A la Sombra del Arbol de Marañón

Esta semana comence a leer un libro fascinante llamado "The Fruit Hunters" (autor:  Adam Leith Gollner).  Esta lectura me inspiró a escribir del marañón, una fruta que siempre asocio con buenos recuerdos y con mi infancia.

El Marañon es quizás una de las frutas más exóticas que vienen a mi mente, sin embargo su árbol es un elemento común y corriente en las vidas cotidianas de los panameños.

En Chiriquí, el árbol de marañón crece en la mayor parte de la provincia y por supuesto, en Concepción se le puede encontrar en los patios de las casas o a la orilla de los caminos.

La cercanía a este árbol era una pausa en nuestros juegos de infancia, ya que nos proporcionaba varios deliciosos regalos.  Mi mamá preparaba un refresco con la fruta (conocido como "chicha de marañón" en nuestra área), este refresco se endulza con "rapadura" (jugo de la caña endurecido) y es sumamente delicioso en el verano, cuando es la temporada de la fruta.

Aparte del refresco, a nosotros nos encantaba hacer algo así como una ensalada con el marañón, simplemente los cortabamos en rebanadas, poniamos un poquito de sal y listo, un snack delicioso en medio de la tarde.

Sin embargo, la mejor parte de todo, a nuestro parecer, era la semilla del marañón.  Mi abuelo nos enseñó a cocinar las pepitas de marañón ("cashews" en ingles) en el fuego.

El preparaba una fogata en el patio, colocaba unas piedras y sobre ellas ponía un pedazo de zinc.  Sobre ese pedazo de zinc, colocábamos las pepitas para que se rostizaran con el calor.  Algunas de ellas se inflamaban completamente, como una bolita de gas que caía al suelo.  Una vez que estaban completamente negras en el exterior, las sacábamos del fuego y las abriamos con un martillo o una piedra.  Finalmente las poníamos en un recipiente y listo, ya teníamos pepitas de marañón para varios días.

Esta actividad de cocinar las pepitas de marañón, es una de las tantas bellas memorias que tengo de mi abuelo, quien era nicaragense y llegó a Panamá en su juventud para trabajar en la "Compañía" (la compañía bananera).

Ahora, medito acerca del valor de hacer todo este proceso y en lo bien que se sentía trabajar por un placer que tanto disfrutábamos.  Al final, tanto mi abuelo como nosotros, pasábamos un momento divertido, sin quejas cuando el día terminaba.

En el edificio donde trabajo aquí en Atlanta, hay un pequeño "gift shop" donde venden cositas para picar; me parece increíble, el precio que hay que pagar por ese placer, que en mi infancia sólo costaba un poquito de trabajo y muchas risas.


Comments

No sabes la nostalgia y bellas memorias que me ha traido este tema :)......para verano lo voy a volver a hacer, te sumas?

Solón J.

Dale! es un plan.

CON ESTA FRUTA TAMBIEN SE HACIA LA MERMELADA, CON PAN, TREMENDO DESAYUNO....

en mi infancia  tambien haciamos lo mismo en Brazil. Solamente ahora supe que el nombre de mi estado, Maranhao es en honor a esta fruta que es tan rica en vitamina C. En Brazil la fruta es conocida como caju.

Interesante y gracias por compartir!!

La verdad, trae muxos lindos recuerdos de nuestra unfancia, esta nota......hay que enseñarle a nuestros hijos esas cosas tan lindas q compartiamos en familia y que se guardan en nuestro corazon.......x siempre.....cada dia perdemos el compartircosas que parecen tan simples pero q nos marcan para toda la vida....

Gracias por compartir Nancy...hasta pronto!